Natalia Trujillo
martes, 20 de diciembre de 2016
CAPITULO 58
Pedro observo su bar desde afuera. Montado sobre su moto, llevaba diez minutos afuera, en la intemperie, debatiendo entre si entrar o no. Ahí adentro se podía encerrar, tomar una buena botella de la bodega y emborracharse hasta perder la conciencia. El bar se había convertido en su santuario luego de abandonar el juego. Pero en ese momento, no quería siquiera estar cerca de ahí. Su santuario había sido corrompido por las palabras de Elias. Y cada maldito lugar le recordaba a Pau. No quería ni lo uno ni lo otro en su cabeza. No quería...
Se tocó el pecho, en realidad, toco la superficie solida de la libreta de Pau. Aun llevaba el cuaderno de Pau consigo.
Había estado tentado a tirarlo al mar, y dejar que en sus profundidades se lo tragara y borrara su existencia. Pero aun cuando la tinta se destiñera de las páginas del cuaderno, las palabras ahí escritas jamás se borrarían. Miro hacia el sur, donde sus instintos le decían estaba su casa, y claro, la casa de Pau.
No podía quedarse ahí. Ni siquiera podía ir a casa de sus padres. La vergüenza era demasiado. Podía incluso hacer algo tan estúpido como ir a casa de los Chaves y rogarle a
Pau que no se fuera. Pero eso sería egoísta. Ella merecía algo mejor. Ella siempre había merecido algo mejor.
— Lo siento, Pau.
Saco el móvil de su pantalón y lo prendió. Lo había mantenido apagado desde que se hubiera marchado a la playa, pero ahora necesitaba hacer una llamada. Marco el número y escucho. Ni siquiera llego a terminar el primer todo cuando contestaron.
— ¿Pedro? — la angustia era tangible en el tono de Jesy. Se odio por todo lo que estaba pasando, pero deseaba dejar las cosas arregladas y para ello necesitaba a Jesy —. ¿Qué está pasando? Pau vino y estaba muy nerviosa. Me dejo preocupada.
— Ahora todo está bien Jesy — aunque ese estado no se aplicara a sí mismo —. Te llamo para pedirte un favor.
— ¿Qué pasa?
— Hazte cargo del lugar un rato.
— Pedro...
— Ahora no Jesy. Solo cuida las cosas mientras resuelvo mi futuro.
— Ok, pero...
— Gracias Jesy.
Pedro colgó y guardo el móvil de nuevo. Prendió el motor y apretó el acelerador con fuerza, rompiendo el silencio del lugar. Tenía otra llamada que hacer, pero la haría cuando
estuviera a una buena distancia de ahí. Quizás en otro estado. Porque cuando su madre oyera lo que estaba a punto de decirle, estaba más que seguro de que lo buscaría para hacerlo entrar en razón.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ayyyyyyyyy, noooooooooooo, decime que no se van a pelear, tienen que estar juntos. Se re aman.
ResponderEliminar