Natalia Trujillo

sábado, 17 de diciembre de 2016

CAPITULO 47






La alarma del buzón de entrada de su correo electrónico le informó a Elias que tenía un nuevo mensaje. Observó el correo por varios segundos, dudando entre leerlo o eliminarlo, como lo había hecho con los anteriores. Pero por alguna extraña razón sentía la necesidad de leer las líneas.


Odiaba aplicarle la ley de hielo a Paula pero alguien tenía que hacerla entrar en razón. Miró hacia el calendario, faltaban poco más de dos semanas para que por fin Paula regresara a casa.


Para que regresara con él y con las personas que en verdad la querían. Miró después hacia la ventana de su oficina. El sol estaba ya buscando su punto máximo en el horizonte y se empezaba a sentir la fría brisa de la mañana.


Luego de un suspiro, volvió la mirada a la pantalla de la computadora y le abrió el mensaje de Paula.


Querido Elias
No sabes cuanta falta me haces en estos momentos. Eres la única persona con la que puedo hablar de todo, porque me conoces a fondo. Sé que odias que te diga que eres mi MAG, pero es que me entiendes tan bien, que a veces dudo que seas en verdad heterosexual… ¡Tranquilo! Es sólo de broma. Aun me duele el pellizco que me diste de la última vez que me aclaraste este punto.
¿Qué cómo van las cosas por aquí? Pues han pasado muchas cosas. Mi familia está bien, y mi madre, bueno, creo que tiene mejor salud que en muchos años, adoro a mis sobrinos como no tienes idea, y he vuelto a ver la vida en familia con otros ojos. Sin embargo, yo estoy hecho un lío. Necesito platicar contigo, ¿Por qué me lo pones tan difícil? No te puedo localizar por ningún lado, eres peor que el Secretario de Ciencia que huye de mi cuando se vence algún financiamiento de proyecto y voy por más.
Ya te dije que las cosas con Pedro van bien. Él ha cambiado, Elias, e igual yo. El destino nos jugó una mala treta pero está en mis manos el poder cambiar el final de esta historia. Necesito tu consejo viejo amigo, así como también le des la oportunidad a Pedro. Porque creo Elias, que si sigo los dictámenes de mi corazón, no nos veremos en persona en mucho tiempo
Así que por favor, contéstame. Una señal de humo, algo, lo que sea. Tú sabes cuánto aprecio tu opinión. Eres mi persona, lo recuerdas. La misma que ha estado en todo, lo bueno y lo malo, la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, joder, si hasta parecemos marido y mujer. Yo estoy riendo, pero ¿y tú Elias? Si tan sólo lo conocieras, verías lo que yo veo.
El hombre que siempre he amado.
Atentamente.
Tu siempre amiga que a veces quiere torcerte el cuello,Paula Chaves.
PD: Salúdame a Tamara y a Carla. No las he olvidado, y tendrán espacio en mi siguiente correo


Elias se quedó estático por unos segundos. Volvió a leer la carta esperando a ver alucinado. ¿Pero que tenía esa mujer en la cabeza? ¿Acaso es auto suicida? Cuando la terminó de leer por tercera vez, sus manos estaban blancas de la fuerza con las que apretaba los puños. Paula había perdido
la razón. No había otra excusa para lo que estaba pasando. 


Y maldición, él le haría recuperar la cordura, así fuera trayéndosela a rastras.








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