Natalia Trujillo

lunes, 19 de diciembre de 2016

CAPITULO 55






Las llantas del Cadillac rechinaron cuando Paula se estacionó frente al restaurante. Saltó fuera del auto cerrando la puerta de un solo golpe y entró en el bar, a pesar del cartel “Cerrado” que se rezaba en la puerta. Vio a Carrie en la entrada pero no la saludó sino que corrió hacia la oficina de Pedro. Subió de dos en dos los escalones y abrió la puerta de golpe. Estaba vacía.


La mano de Paula apretó con fuerza el picaporte dejándose caer contra la puerta. Cerró los ojos y tomó aire. Quizás Elias no le había dado nada. Quizás, sólo quizás sus plegarias habían sido escuchadas.


― Pedro se fue hace unos diez minutos.


Pau se dio la vuelta y vio a Jesy parada frente a ella, con el brazo izquierdo aferrado al derecho por el codo, y la mirada llena de curiosidad.


― No dijo a donde, sólo salió. Se veía mal, Pau. En verdad mal. ¿Qué está pasando?


Las esperanzas de Pau empezaron a flaquear. Había logrado vencer a las lágrimas durante todo el trayecto de su casa al embarcadero, pues se había encontrado con los peores conductores de San Francisco precisamente ese día, pero ahora que la adrenalina estaba empezando a abandonar su sistema, ya no podía más con ellas.


― ¡Pau! ―chilló Jesy al verla echarse llorar. Corrió hacia ella y la tomó entre sus brazos ―. ¿Qué tienes? ¿Qué rayos está pasando?


Paula se alejó del cuerpo de Jesy. Se limpió las lágrimas con el dorso de la manos y respiró repetidas veces con fuerza. 


Tenía que encontrar a Pedro.


―Lo siento Jesy, luego te platico ― pasó a su lado y bajó las escaleras, con Jesy detrás de ella. Se detuvo y la miró ―. Estoy bien, sólo necesito encontrar a Pedro.


Jesy la miró no muy convencida de sus palabras, pero aquello era cuestiones de pareja y sólo inmiscuyen a dos personas.


― No sé dónde está. Sólo salió. Dijo algo de aclarar la mente.


La expresión en el rostro de Paula cambió. Una idea le atravesó como relámpago recorriendo todo su sistema hasta sus entrañas. No se despidió de Jess. Ni siquiera la miró. 


Bajó corriendo las escaleras, corrió hacia Cadi, prendió el motor y se dirigió al lugar que su alma le gritaba, era el correcto.




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